sábado, 3 de marzo de 2012

Desconocidas memorias

Es triste que ahora seamos un par de desconocidos,
cuando algún día fuimos amantes.
Los ojos que me miraron con pasión
ahora sólo muestran rencor.
Los labios que buscaron refugio en los míos
ahora están sellados y no se mueven ni a la mayor provocación.
El rostro que me hacia sonreír con tan sólo un gesto
ahora se torna frío y sin compasión.
Escucho tu voz mientras gotas de agua fría caen sobre mi piel,
y siento tus labios recorrer cada rincón de mi ser.
Tus brazos me protegen de las inclemencias del tiempo,
para después castigarme, lanzarme al abismo,
herirme de muerte sin lograr tu cometido.
Todo por nada, nada por todo.
Verte de esa forma.
Verte distinto.
Verte guapo.
Verte distante.
Verte sensible.
Verte lejos.
Verte frío.
Verte grande.
Verte fuerte.
Al final, de amor morir y verte.
¿Qué importa que sólo sean diez, veinte, treinta minutos?
Una hora, tan sólo un instante.
Recordar y vibrar.
Recordar y odiar.
Recordar y vivir.
Recordar y amar.
Un beso,
un gesto.
Nada,
absolutamente nada.
Te conozco muy bien.
Te conozco de cabeza a pies.
Maldito orgullo que amnesia provocas.
Amor se llama el antídoto a dicho mal.
Pero te vuelves e interfieres entre dos almas que sólo quieren recordar.
Finalmente pasas frente a mis ojos.
Te sientas y esperas.
Yo me muevo de lugar.
Adiós, adiós desconocido.
Adiós, adiós querido mio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario