jueves, 31 de enero de 2013

Mejor que una cita a ciegas


"Mientras más leen las ovejas, más negras de ponen."
Anónimo

Ir a buscar un libro a la biblioteca o a la librería es como tener una cita a ciegas.
Sabes a donde ir a buscarlo, pero no sabes cómo es, qué tan interesante es, qué te puede ofrecer, si te va a gustar o lo vas a odiar; y al final siempre termina sorprendiéndote. No importa si de buena o mala manera, siempre tiene algo nuevo para ti. Cada libro es un mundo distinto...

Soledad mortal

El aire acaricia mi rostro,
mientras mi sombra me abraza.
El sol seca mis lágrimas,
y un ruiseñor frente a mi baila.
Suelta sobre mi libro algo que traía consigo,
el ruiseñor ha querido regalarme una rosa,
existe esperanza en su pequeño corazón.

Pareciera como si la soledad fuera mi única compañera,
pero la naturaleza me golpea y me quita la razón.
La vida me grita ya desesperada y llena de frustración:
"¡Mírame, aquí estoy! ¡No lo hagas, por favor!"
Demasiado tarde.
Mi sangre sangre se ha ido, se fue con el viento,
se llevó mis recuerdos, se ha secado ya mi corazón.

Hasta el fin de los tiempos

Inspirado en canciones del cantautor, guitarrista y poeta cubano Silvio Rodríguez.

Porque así esté con mil hombres,
yo te amaré.
Junto al viento, como único ser,
¡qué más da cómo quieras verlo!
Yo te amaré.
Intenté olvidarte de la manera más absurda,
y como era de esperarse, mi soledad se hizo cada vez más abrupta.
Decidí regresar a ti,
ya con las alas rotas,
con el ego en el suelo,
y el corazón... (mejor dicho),
con el corazón suficiente para amarte.
Decidí que te amaré,
te amaré más fuerte de lo que Silvio dice amar.
Te amaré hasta el fin de los tiempos, 
te amaré, no sé si a ti o a tus recuerdos.
No sé si al hombre o al joven que estuvo conmigo hace tiempo.
Te amaré como mi error de juventud.
Te amaré como una herida en plenitud.
No quiero que me recuerdes, 
mucho menos que vuelvas.
No quiero que hieras el corazón que te ama, 
y te amará.
No te quiero en mi presente, 
me enfermas más.
No te quiero en el futuro, 
harías de mi agonía un dolor sin igual.
Estás mejor así, 
lejos.
Mi recuerdo, mi imaginación,
mi ilusión óptica, mi amor perfecto.
No pido más, 
sólo que tu recuerdo no me suelte jamás.
En la vida, trataré de tener siempre papeles qué gastar para recordarte,
seguiré buscando melodías para tener como llamarte,
y así te amaré, aunque lleguen mil ángeles queriendo el final.
Te amaré incluso después de la muerte.
Hasta el fin de los tiempos,
simplemente te amaré.

Suspiros de almas en pena

Escucho tu respiración.
Es lenta, profunda, tosca.
No escucho nada más.
Ni siquiera tengo conciencia de donde estoy,
sólo sé que te tengo junto a mi.
Lo sé porque escucho tu respiración que es lenta, profunda, tosca.
Eso me da la certeza de sentirte vivo,
y por ende sentirme viva.
No escucho mi corazón latir.
Tal vez se está ocultando,
siente pena.
No escucho mi respiración,
no quiero llamar la atención,
no quiero llamar tu atención.
Escuché un suspiro.
Lo sentí salir de mi,
sigo viva.
¿Qué tan bueno puede ser?
Y sigues respirando,
seguimos vivos.
Podría decir que damos señales de existir,
pero ambos sabemos que estamos muertos en vida.
A ti te mató un intento de mujer de nobleza,
a mi no sé quién me mató,
mucho menos recuerdo cuándo.
Misterio infeliz en tu respiración.
¿Cómo volver a vivir?
¿Volverás a la vida conmigo?
¿Volveré a vivir contigo?
Mejor dicho,
¿volveremos a vivir algún día?
Misterio en mis suspiros.
No escucho nada,
me estoy acostumbrando,
esto se me está haciendo hábito.
Ya no quiero escuchar nada,
absolutamente nada que no sea tu respiración.

Observar

Observo a la gente de mi alrededor.
Del lado izquierdo un chico juega con un cubo de rugby,
del lado derecho madre e hija platican intensamente.
Al fondo del vagón un señor escribe,
atrás una mujer tiene cara de angustia y llora.
A mi lado alguien duerme,
a tu lado otro chico lee.
Frente a ti dos chicas se besan,
frente a mí, mi amigo escucha música y rockea.
Y tú me miras fijamente,
recorres con la mirada las facciones de mi cara,
te detienes en el va y ven de mis ojos observando a la gente,
y tú me observas.
Observas mis anchos brazos,
te detienes nuevamente en mis pechos, los deseas,
Observo a la gente de mi alrededor.
Por fin te observo a ti,
tus labios, tus ojos, tu cabello.
No te veo morbosamente,
sólo te observo.
Tú optas por voltear la cara,
pero no aguantas y regresas la mirada.
-¿Vas a seguir así?-
-¿Cómo qué así? ¿Qué quieres? Yo sólo observo sombras.
Observas a la gente de nuestro alrededor,
me observas a mi porque no puedes hacer otra cosa.
La linea entre observar y poseer ahora está muy lejos de tu alcance,
por eso no puedes dejar de observar.
Me olvido, tu no me olvidas.
Lástima, ¿sabes observar?
Observa la puerta, ahora está cerrada.