jueves, 31 de enero de 2013

Soledad mortal

El aire acaricia mi rostro,
mientras mi sombra me abraza.
El sol seca mis lágrimas,
y un ruiseñor frente a mi baila.
Suelta sobre mi libro algo que traía consigo,
el ruiseñor ha querido regalarme una rosa,
existe esperanza en su pequeño corazón.

Pareciera como si la soledad fuera mi única compañera,
pero la naturaleza me golpea y me quita la razón.
La vida me grita ya desesperada y llena de frustración:
"¡Mírame, aquí estoy! ¡No lo hagas, por favor!"
Demasiado tarde.
Mi sangre sangre se ha ido, se fue con el viento,
se llevó mis recuerdos, se ha secado ya mi corazón.

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